martes, 18 de abril de 2017

Día del Libro y de los eternos olvidados

El próximo 23 de abril se celebra el Día Mundial del Libro, un día muy esperado por muchos lectores de todo el mundo, pues decir este día que nuestra pasión se encuentra en las palabras no suena extraño ni pedante, o decir que una simple oración, frase o palabra de un libro marca toda nuestra trayectoria como personas es conmovedor. Pero claro, si lo decimos cualquier otro día somos unos extraños ratones de biblioteca o «gusano de libro», todo depende del idioma.
Muchos autores fallecieron o fueron enterrados en dicha fecha, William Shakespeare (calendario georgiano), Miguel de Cervantes y Garcilaso de la Vega, sobra decir que del bonachón de Garcilaso de la Vega no se acuerda de la fecha de su fallecimiento ni las productoras más famosas de la televisión. Supongo que debemos conformarnos con esos tres minutos de gloria que dan a la literatura este día tan especial y esos dos minutos discutiendo si era mejor Cervantes o Shakespeare. A los demás ni agua.
Creo que debemos no solo agradecer todo el legado que tenemos, sino el que está por venir. En el panorama español tenemos a autores magníficos como Elvira Sastre, Elena Castillo, Diana Al Azem, Alissa Brontë,  García de Saura, Iria G. Parente, Selene M. Pascual, Albert Espinosa, entre otros muchos (sí, la lista podría ser mucho más extensa) al igual que en el extranjero también encontramos diamantes en bruto vivitos y coleando como J.K. Rowling, Stephen Kings, Suzanne Collins, Cecilia Ahern, entre otros muchos. 
Estas personas que he mencionado anteriormente crean maravillas, pero claro, nos ponemos a discutir si es mejor una obra española o una inglesa y no damos cabida a darle más nombre a autores que quizá puedan darnos historias sempiternas e inefables.
Gracias por tener una mente privilegiada capaz de hacer de vuestras palabras aviones para así dejarme volar y conocer nuevas personas, mundos y un sinfín de aventuras.
Podría terminar los agradecimientos aquí a la mayoría de personas le parecería muy natural, pero no lo es para mí. 
Gracias a todo aquel que está detrás de una editorial, pues vuestro trabajo hace lleve años deleitándome con la prosa y el verso, pero en especial me gustaría dar las gracias al eterno olvidado, al rey de las palabras que solo se le recuerda cuando le corta la cabeza a la literatura, cuando no cumple las expectativas de la sociedad. Al capitán que, a pesar de su tremendo esfuerzo durante la navegación, termina hundiendo su barco. 
Gracias, traductor, sí, sí, te estoy dando las gracias a ti, a aquellos que ya lo son y que pueden presumir de sus obras traducidas, los que están en proceso y los que están por venir. Créetelo. Gracias por ser el puente entre dos lenguas y dos culturas, por haber hecho que pudiese descubrir aquellas obras que significan un mundo para mí, por proporcionarme la cultura que necesito para poder sobrevivir en un mundo de mentes vacías. Gracias por darme esperanza, traductor. 
Gracias, también, a todos y cada uno de los que están detrás de las páginas ya creadas, a aquellos que os dejáis llevar por las historias que otros crean. A los lectores. Sin vosotros, sin nosotros, nada sería posible. 
¡Larga vida a la literatura!

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